Hoy compartiremos un breve resumen de la historia del Circo, la cual es muy amplia y milenaria, ya que es Circo es un espectáculo que reúne múltiples disciplinas, las cuales no se desarrollaron en forma simultánea; si no que es una sumatoria de prácticas escénicas. Existe una amplia documentación de imágenes que vienen desde la antigüedad, que dan cuenta de la importancia y desarrollos de habilidades corporales, en el mundo griego, el egipcio y la India; hasta llegar a la consolidación de un espectáculo de destreza militar en el Imperio Romano, ofrecido en un edificio circular, del cual toma el nombre el CIRCO.
Los animales en el circo han sido un triste espectáculo de explotación, esclavitud y sufrimiento. Progresivamente, los países han legislado en su contra y muchos circos actuales han nacido sin necesidad de esta desoladora actividad.
Las culturas mesoamericanas o precolombinas dejaron vestigios importantísimos de figuras e imágenes que hoy asociamos con el circo, como la estatuilla de “El acróbata” de los Olmecas del Preclásico Medio, 800 años a.C., o equilibristas de manos en los murales de Bonampak en México, imágenes de malabaristas y contorsionistas en barro en el Alto Perú, asimismo, desarrollaron formas rituales y de entretenimiento similares a las que se efectuaron en otros lugares del mundo: hombres que saltaban en zancos en San Pedro Zaachila, Oaxaca; grupos de acróbatas en Tixtla, Guerrero, y en la Mixteca Baja de Puebla; la danza de las tijeras de Chanka, Perú, individuos que jugaban palos con sus pies (antipodistas) en Yucatán. Por cierto, un grupo de truhanes (bufones) y antipodistas de la Gran Tenochtitlan, fueron parte de los tesoros que Hernán Cortés llevo a Europa y presentó ante el Papa Clemente VII, tratándose seguramente de los primeros ejecutantes circenses que exportó México en su historia.
En la unión de la danza, el teatro, la música,la gimnasia y el ritual se origina el circo; uniendo lo dramático y lo cómico, lo sagrado y lo profano, lo sublime y lo grotesco en la dicotomía del atleta y el payaso.
A continuación les dejo un breve resumen de una larga historia que tiene una reinvención en la modernidad del siglo XIX.
La historia del circo se remonta al legado cultural dejado por algunas de las civilizaciones antiguas, desde el lejano oriente (China, Mongolia, India, etc.), hasta el occidente próximo (Grecia, Roma, Egipto, etc.). En estas sociedades, aproximadamente 3000 años atrás, algunas de las actividades que hoy se relacionan con el contenido circense, como la acrobacia, el contorsionismo o el equilibrismo, tenían una utilidad altamente relacionada con la preparación de guerreros, con los rituales religiosos y con las prácticas festivas.
De acuerdo con los antropólogos Blanchard y Cheska (1986: 67), la práctica de la acrobacia se remonta a la cultura mesopotámica, con un pasado de más de 3000 años. En ese momento, según estos autores, el acróbata competía «consigo mismo, con las fuerzas de la naturaleza y con sus propios compañeros de tribu» (op. cit.: 87).
Paralelamente, en China, el «arte acrobático», o simplemente la acrobacia, «tiene una historia milenaria», superior a los 2000 años, conforme prueban hallazgos arqueológicos. Según los apuntes de David Marfil (2004), unas de las pruebas más antiguas de la existencia del circo es un grafiti encontrado en Egipto en la tumba de Ben Hassan, con fecha aproximada de 2040 a. C.
Tal y como señalan De Blas y Mateu (2000), en el antiguo oriente (3000 años atrás aprox.), los malabaristas y acróbatas ya viajaban juntos en troupes, utilizando todo tipo de objetos, tales como armas (instrumentos típicos de las artes marciales), juguetes infantiles (diábolo, bastón del diablo) y utensilios domésticos (jarrones de porcelana), que lanzaban y recibían con diferentes partes del cuerpo, por ejemplo.
Por otro lado, en Grecia, los atletas, en su búsqueda particular por demostrar gran fuerza, realizaban juegos de malabares con objetos de gran porte (en su mayoría pesados), como las ruedas de los carros, por ejemplo. En la cultura griega, y en otras del mismo período, las mujeres también «malabareaban», como se puede apreciar en algunas ánforas y jarrones griegos o en los grabados de las tumbas egipcias. Además, en otras civilizaciones antiguas, como la China y otras de la América Central y del Pacífico Sur, las mujeres también participaban de este tipo de actividades, como bien ilustra el famoso caso de las islas Tonga (en el Pacífico Sur), donde las niñas (solamente mujeres) hacían, y todavía hacen, malabarismos con grandes nueces denominadas tui tui, y donde el éxito de su acto malabarístico tiene consecuencias sociales importantes, respecto al matrimonio, a las posibilidades de ascensión social, etc. (op. cit.). Con los primeros viajes a América llegaron noticias de las costumbres aborígenes, como en el caso de los Aztecas, especializados en el antipodismo (malabares con los pies), y los Shoshoni del Sur de California, donde los malabares eran parte de los juegos de los niños, como por ejemplo en carreras de velocidad mientras manipulaban tres pelotas (op. cit.).
Con todo, fueron los romanos quienes, en la antigüedad, dieron el nombre «circo» a las actividades de entretenimiento, o mejor dicho, a los espectáculos públicos. Según el diccionario de la Real Academia Española (1992: 480), el circo era «el lugar reservado entre los romanos para algunos espectáculos, especialmente para las carreras de carros y caballos. Tenía comúnmente forma de paralelogramo prolongado, redondeado en uno de sus extremos, con gradas alrededor para los espectadores». Además de las carreras, en el circo romano los desafíos concentraban los duelos de vida y muerte entre hombres y animales.
Escenas del circo, 1891.
Tras la decadencia de estas civilizaciones antiguas, principalmente las occidentales, las artes corporales (teatro gestual, danza, gimnasia y circo) se «eclipsaron», perdiendo su interés entre la población. Posteriormente, en la Europa de la Edad Media, las artes corporales empezaron a recobrar su espacio, volviendo poco a poco a la realidad ciudadana. Pero fue en el Renacimiento cuando los artistas circenses volvieron a tomar los pueblos y las calles de muchos países europeos, ampliando el estatus social de dicha cultura. De acuerdo con Soares (1998: 55), el circo en el Renacimiento deslocava os habitantes das vilas e cidades das rotinas binárias do trabalho e do descanso, consolidando en una práctica que rompía con el orden institucional, divergía del concepto utilitario y visaba sobre todo a diversão, la risa descomprometida de la función educativa, buscando encantar y entretener el público. Era un arte del entretenimiento.
En este período las «troupes de saltimbanquis» ya incluían en sus espectáculos la música, el baile, los cuentos populares, las narraciones épicas y los títeres, además de las habilidades clásicas como la acrobacia y los malabares . En este momento imperaba una forma «libre» de exploración de las posibilidades corporales . En muchos pueblos se llegaba a acoger a los artistas itinerantes, ofreciéndoles un lugar para presentar sus espectáculos, como atracción de los acontecimientos públicos importantes. De forma lenta, pero sólida, se pudieron formalizar itinerarios, caminos por los cuales miles de artistas solían pasar durante todo el año.2
En la opinión de Coasne (2004: 41), el circo contemporáneo se caracteriza por una mezcla de prácticas, de las cuales se pueden destacar la música, el teatro, la pantomima, la acrobacia, la gimnasia, etc. Se trata de un modelo artístico de circo, en el que la técnica está al servicio del arte y de la expresión.
El circo moderno fue en realidad creado en Inglaterra por Philip Astley (1742-1814), un antiguo Sargento Mayor de caballería convertido en director de circo. Hijo de un ebanista, Astley había servido en la Guerra de los Siete Años (1756-63) como parte del 15 regimiento de los Light Dragons del Coronel Elliott’s, dónde demostró un notable talento como domador y entrenador de caballos.

Tras su graduación, Astley eligió imitar a los jinetes de espectáculos que actuaban con cada vez más éxito por toda Europa. Jacob Bates, un jinete inglés establecido en los Estados Germanos, realizó actuaciones tan lejos como en Rusia (1764-65) y América (1772-73), y fue el primero de ese tipo de artistas en dejar huella.
Los imitadores de Bates (Price, Johnson, Balp, Coningham, Faulkes y “Old” Sampson) habían llegado a ser habituales de los jardines y parques de Londres e inspiraron a Philip Astley.
En 1769, Astley se asentó en Londres y fundó una escuela de equitación cerca del puente de Westminster, en la que daba clases por la mañana y realizaba sus “proezas de equitación” por la tarde.
En esa época en Londres, el teatro comercial moderno (un término que englobaba todo tipo de artes escénicas) estaba en proceso de desarrollo. El edificio de Astley contaba con una pista circular, que él llamó el círculo, o el circo, y que más tarde sería conocido como el anillo. La pista de circo, sin embargo, no fue invención de Astley; fue ideada anteriormente por otros jinetes de espectáculos.
Además de permitir al público mantener la vista en los jinetes durante sus actuaciones (algo que era casi imposible si éstos se veían obligados a cabalgar en línea recta), correr en una pista circular también hizo posible, por la generación de fuerza centrífuga, que los jinetes mantuviesen el equilibrio de pie en la parte posterior de los caballos al galope.
El anillo original de Astley era de unos sesenta y dos pies de diámetro. Su tamaño finalmente se estableció en un diámetro de cuarenta y dos pies, el cual desde entonces se convirtió en el estándar internacional para todas las pistas de circo.
Por 1770, el considerable éxito de Astley como artista había eclipsado su reputación como maestro. Después de dos temporadas en Londres, tenía que incorporar algunas novedades a sus actuaciones. En consecuencia, contrató a acróbatas, bailarines de cuerda y malabaristas, intercalando sus actuaciones entre sus exhibiciones ecuestres.
Otra novedad añadida al espectáculo fue un personaje tomado del teatro isabelino, el payaso, el cual rellenaba las pausas entre las actuaciones con parodias de malabares, volteretas, baile de cuerda e incluso trucos de equitación. Con ello, el circo moderno (una combinación de exhibiciones ecuestres y demostraciones de fuerza y agilidad) había nacido.

Astley inauguró el primer circo en Paris, el Amphithéâtre Anglois, en 1782. El mismo año, surgió su primer competidor: el jinete Charles Hughes (1747-97), un antiguo miembro de la compañía de Astley. En asociación con Charles Dibdin, un prolífico compositor y autor de patomimas, Hughes abrió un anfiteatro rival y una escuela de equitación en Londres, la Royal Circus and Equestrian Philharmonic Academy.
La primera parte de este grandioso título iba a ser adoptado como nombre genérico para la nueva forma de entretenimiento, el circo. En 1793, Hughes actuó en la corte de Catalina la Grande en San Petersburgo, Rusia; ese mismo año, uno de sus discípulos, el jinete inglés John Bill Ricketts (?-1800), abrió el primer circo en los Estados Unidos, en Filadelfia.
En 1797, Ricketts también estableció el primer circo canadiense, en Montreal. Su única competencia en Estados Unidos, el jinete británico Philip Lailson (que llegó a los EE.UU. en 1795), llevó el circo a México en 1802.
Originariamente, las actuaciones de circo se realizaban en edificios de circo. Aunque en un principio con frecuencia eran estructuras temporales de madera, todas las ciudades importantes de Europa pronto tendrían al menos un circo permanente, cuya arquitectura podía competir con los teatros más extravagantes.
Edificios similares también fueron erigidos en las ciudades más grandes del Nuevo Mundo. Nueva York, Filadelfia, Montreal, Ciudad de México, y otras. Aunque los edificios serían la configuración elegida para los espectáculos de circo en Europa hasta bien entrado el siglo XX, el circo iba a adoptar un formato diferente en los Estados Unidos.
A principios de siglo XIX, los Estados Unidos eran un nuevo país en desarrollo con pocas ciudades lo suficientemente grandes como para mantener circos fijos por largas temporadas. Por otra parte, los colonos estaban empujando constantemente la frontera americana hacia el oeste, estableciendo nuevas comunidades en un proceso de expansión inexorable. Para llegar al público, los artistas no tenían más remedio que viajar ligero y rápido.
En 1825, Joshuah Purdy Brown (1802?-1834) fue el primer empresario de circo en cambiar la construcción de madera de costumbre por una tienda completamente de lona, un sistema que se hizo habitual a mediados de la década de 1830.
J. Purdy Brown venía de la región de Somers, Nueva York, dónde un ganadero llamado Hachaliah Bailey (1775-1845) había comprado un joven elefante africano, el cual exhibió con gran éxito por todo el país. Pronto la suma de otros animales exóticos dio lugar a la creación de una auténtica colección de fieras ambulante.
La prosperidad de Bailey convenció a otros agricultores de la zona de Somers para entrar en el negocio de la casa de fieras ambulante (en las cuales algunos añadieron actuaciones de circo).
En 1835, un grupo de 135 agricultores emprendedores y propietarios de casas de fieras, la mayoría de ellos procedentes de las inmediaciones de Somers, unieron sus fuerzas en la creación del Instituto Zoológico, un consorcio que controlaba trece zoológicos y tres circos afiliados, monopolizando de ese modo el circo ambulante del país y el negocio zoológico.
Así, surgió el carácter único del circo americano. Era un espectáculo itinerante en tiendas de campaña junto con una colección de animales salvajes dirigido por hombres de negocios, un modelo muy diferente al de los circos europeos, que en su mayor parte permanecieron bajo el control de las familias que actuaban.

En 1871, Phineas Taylor Barnum (1810-1891), un antiguo promotor de museo y empresario, en asociación con el empresario de circo William Cameron Coup (1837-95) puso en marcha el P.T. Barnum, Menagerie & Circus, un espectáculo itinerante cuya parte de “museo” era una exhibición de rarezas animales y humanas que pronto llegó a ser parte integral del circo americano, el Sideshow.
En 1872, Coup ideó un sistema de transporte diario por ferrocarril para su circo. Otra de las innovaciones de Coup de ese año fue la incorporación de un segundo círculo. El circo se había convertido, con mucha diferencia, en la forma más popular de entretenimiento en Estados Unidos, y la empresa de Barnum y Coup era el principal circo americano.
Como hombre de negocios, Coup consiguió aumentar la capacidad de su tiendas de campaña. Debido a las limitaciones estructurales, esto sólo pudo hacerse de forma efectiva mediante el aumento la longitud de la tienda, que resultó en problemas en la visualización de grandes sectores de la audiencia.
La incorporación de un segundo anillo, a continuación un tercero (1881), y después hasta siete anillos y plataformas resolvió el problema físicamente, si no artísticamente. Podría discutirse que eso cambio el enfoque para destacar el espectáculo sobre el arte. Para bien o para mal, los anillos múltiples y las plataformas se convirtieron en otra característica única del circo americano.
comprto un vídeo complementario:
https://www.youtube.com/watch?v=XH9hqpwqw_0