Del Circo Tradicional al Circo Contemporáneo
El circo tradicional se había caracterizado por ser un
oficio familiar y, al seno de las familias se desarrollaban los aprendizajes de
las distintas disciplinas. El espectáculo se realizaba siempre en círculo: ya
sea en las carpas, ya sea en “circos de invierno” – edificios acondicionados
para poder llevar el espectáculo a interiores más protegidos durante la
estación fría. El espectáculo se componía por una serie de “números” que cada
artista o grupo de artistas desarrollaba de manera independiente; no había
invasión de disciplinas, salvo las intromisiones de los cómicos (distintos
tipos de payasos). El hilo conductor del espectáculo era el “maestro de
ceremonia”, acompañado de una orquesta estridente que marcaba el pulso de las
emociones. Muchos circos tradicionales tenían espectáculo de doma de animales
salvajes y domésticos: hoy, por el bienestar de los animales, esta práctica ha
sido cuestionada, legislada e incluso prohibida en algunos países.
Hacia los años 70, se abre en Francia la “Escuela Nacional de Circo”, elevando el oficio al estatuto de una disciplina artística académica. La formación pasa a manos de maestras y maestros (provenientes de las familias circenses); y el aprendizaje queda disponible a cualquier individuo aun no vinculado a las familias circenses. La escuela, y también el aprendizaje autodidacta propició un apertura multidisciplinar; una integración de áreas y un cuestionamiento del oficio: el artista se cuestiona si su vida transita en la ejecución de “un número”; o si su aprendizaje es posible de integrarlo a un proyecto colectivo y creativo. La aparición de la Escuela coincide con una crisis económica generada por el petróleo, la cual golpeó duramente al circo tradicional: muchos de ellos cerraron y sus miembrxs, al verse sin empleo, tuvieron que diversificar, en espectáculos pequeños y privados, en ruedos de calle, en la enseñanza del oficio a escuelas de circo, talleres y actores deseosos de mejorar su condición corporal en un entorno donde el teatro corporal cobraba fuerza en parte por las lecciones organizadas por Jacques Lecoq (Escuela Internacional de Mimo y Teatro).
Por esos años, los saberes de circo comienzan a mezclarse con otras áreas: el teatro, la danza, las artes visuales; se incorporan nuevas tecnologías y esto implica la ruptura de la tradición. Los espectáculos comienzan a tener su propia temática, su eje conductor, siendo innecesaria la figura del maestro de ceremonias. La estructura del “número circense” se ve amenazada por la construcción de cuadros dramáticos o cómicos vinculados entre sí. Se desarrolla una nueva estética en el vestuario, iluminación, sonido y escenario más propio de una obra teatral que de los números tradicionales. Y por lo mismo, muchas veces prima la intención dramática por sobre las destrezas físicas y las pruebas desafiantes. El espectáculo puede abandonar la pista circular, adaptarse a la calle, entrar en el teatro. El circo contemporáneo prescinde del uso de animales
Los caminos del circo contemporáneo son múltiples y diversos: por un lado, están las grandes empresas que generan un despliegue de recursos técnicos, estéticos y actorales como el Cirque de Soleil. Por otro, tenemos pequeñas compañías que realizan espectáculos de mínima envergadura y maximización del contenido dramático o emocional como el “Que Cirque”.
El circo tradicional no desaparece ante el nuevo circo: sufre una revitalización, un cuestionamiento, un intercambio de lenguaje y cruce de aprendizajes.
El desarrollo del Circo en Chile
“El circo chileno de los volatineros iría absorbiendo a lo largo del siglo XIX las formas de espectáculo europeas. A mediados del siglo se mezclarían estas nuevas formas con elementos de raíz tradicional, como el hecho de incluir en las funciones un segundo acto dedicado a las presentaciones folclóricas con baile, zamacueca y paya. Hacia 1870 el circo en Chile sería como lo conocemos hoy, esto es: con pista circular, adentro de una carpa y cuyo ambiente es musicalizado por bandas con bronces, bombo y platillo. Los «segundos actos» serían una tradición hasta bien entrado el siglo XX.
El circo fue desde inicios de la República un oficio
familiar que comenzaba en la niñez y era para toda la vida. Frecuentemente las
compañías de circo acogían a los más marginados de la sociedad, a los olvidados
y a los «raros del mundo». Funcionaban así como orfanatos de facto, como refugio
de delincuentes y ex convictos, y en general de cualquier persona que tuviera
alguna habilidad artística a ser explotada.
Un aspecto a destacar del circo chileno es cómo entre
rutinas de acróbatas, domadores de animales y números folclóricos, fue común que
los payasos utilizaran su investidura burlesca para hacer crítica social. El
payaso tiene un rol principal como maestro de ceremonia de la función. Su
figura es la encargada de guiar el espectáculo y realizar una rutina
humorística. El payaso se transforma en una figura similar al bufón de la corte
y de igual forma tiene inmunidad para ser incisivo y disruptivo. Esta actitud
revela las características principales del circo: autonomía, independencia e
improvisación.”
http://www.culturapopular.cl/el-circo-chileno/
Hacia el Nuevo Circo
El Nuevo Circo, que comienza a gestarse en los años 70, se
consolida como tal ya en los 80 con integrantes que se han formado en las
disciplinas: del teatro, de la danza, de la música, de la arquitectura o de las
artes plásticas, en las escuelas de circo a la acrobacia o a los números de
payaso. Sus espectáculos son la mayor parte del tiempo, combinación de formas
artísticas que se mutan la representación tradicional del circo. Y este Nuevo
Circo tardará una década en tener su aparición en Chile. Dos artistas circenses, que “visitaron en
París que el Forum Les Halles: lugar
donde se reúnen músicos, pintores, bailarines y una gran cantidad de
malabaristas. En 1994, se abre el espacio del Parque Forestal de Santiago como una escuela abierta de
circo, donde el conocimiento se transmite de forma empírica. En 1998, se
realizó el primer espectáculo de nuevo circo llamado “ZirkoZita”, dirigido por
Alain Veilleux.
Alain Veilleux, de nacionalidad canadiense, desde el año
95ha sido parte importante de la propulsión del Nuevo Circo en Chile. Viajó junto a Cirque
du Soleil, para formar parte de la primera transferencia de Nuevo Circo y Circo
Social en el país, lo que posteriormente se transformó en El Circo del Mundo
Chile. cuando llegó a Chile el circo era una forma de reapropiación del espacio
público y las ONGs extranjeras prestaban mucho apoyo a iniciativas sociales.
Para ejemplificar esta aparición del Nuevo Circo se hará una reseña a 2 experiencias que señalaremos a continuación serán: el Circo del Mundo, donde precisamente participa Alain Veilleux; la otra, El Gran Circo Teatro, del connotado director André Pérez.
El Circo del Mundo: El Circo como herramienta social.
Varios los circos chilenos hoy potencian el arte circense como una herramienta de intervención psicosocial. Uno de los circos chilenos que se adhiere a esta tendencia es el Circo Ambulante agrupación que a través de las técnicas del arte circense promueve las habilidades lúdicas de niñxs y jóvenes en riesgo social. Otro es El Circo del Mundo-Chile, entidad que desde su creación en 1995, ha difundido los postulados del nuevo circo, creando novedosas propuestas expresivas que integran otras artes escénicas al espectáculo circense. Paralelamente ha desarrollado una importante experiencia utilizando el arte circense con fines educativos y de rescate social.
El Circo del Mundo se originó a partir de la iniciativa del Cirque du Soleil y Jeunesse du Monde, que en 1995 coparticipó en un proyecto de Cooperación Internacional junto a La Corporación el Canelo de Nos, realizando talleres circenses a artistas chilenos, principalmente actores y bailarines: con el objeto de aplicarlo en la ayuda de niños, niñas y jóvenes con problemas sociales.
Hoy, esta institución establecida desde el año 2000 está
dividida en tres áreas de acción: un área social, donde el Circo trabaja con
niños y jóvenes de diversa vulnerabilidad, para potenciar en ellos habilidades
socioemocionales; un área académica, que incluye la Escuela de Artes Circenses,
la única profesional en Chile; y un área de producción, cuya misión es el
fomento del nuevo circo como un arte escénico a través de diversos
espectáculos, con giras por nacionales e internacionales.
Alain Veilleux quien formara parte de esta iniciativa en su origen, se refiere al último egreso, a fines de 2019 :“Yo estoy cerrando un ciclo, porque llegué para establecer un proyecto de circo social donde la meta era: ¿Podemos usar el circo como herramienta de dinamización social? Yo llegué aquí, en el inicio del malabarismo en el parque Forestal, con la certeza de que el circo funcionaba, pero era un piloto. Tuve el privilegio de llegar e instalar eso, y se desarrolló. Se hicieron formación de monitores, trabajo con niños, réplicas con el Sename y el Hogar de Cristo. Tenía la preocupación de que no solo fueran monitores o formadores, sino que también fueran artistas. Cuando comenzamos a hablar sobre el concepto de artista de Circo Social, nace la primera creación de espectáculo de circo social llamada ZirkoZita. Se crea la primera generación de circo y siguió avanzando. Y ahora volver a tomar una nueva creación de dirección de la escuela, fruto del mismo proyecto”.
http://www.elcircodelmundo.com/
El Gran Circo Teatro: reinvención del mundo popular
Texto extraído del sitio memoriachilena.cl
La compañía Gran Circo Teatro se formó en 1988 fruto del
montaje de La Negra Ester. Su nombre
ganó popularidad a causa del éxito de dicha obra y se incorporó al título de la
segunda producción del grupo: El Gran
Circo Teatro de Chile, época 70: Allende, estrenada en 1990.
El grupo estuvo formado por actores, diseñadores, músicos y productores. El listado llegó a incluir a Rosa Ramírez, Boris Quercia, María Izquierdo, Ximena Rivas, María José Núñez, Pachi Torreblanca, Willy Semler, Horacio Videla, Aldo Parodi, Rodolfo Pulgar, Cuti Aste, Daniel Palma y Mauricio González, entre otros. Inicialmente se constituyó como cooperativa, pero en 1991 adoptó la forma de una corporación cultural, a fin de gestionar con mayor celeridad eventuales aportes de privados.
El grupo patentó un sello, caracterizado por la recuperación o habilitación de nuevos espacios para el teatro (como la terraza Caupolicán del Cerro Santa Lucía, el Parque Forestal y el Teatro Esmeralda), la autogestión económica, la producción de espectáculos de larga duración (de 2 y hasta 3 horas), el espíritu solidario entre sus integrantes, el tono festivo de la mayor parte de sus montajes y una profunda vocación popular, orientada a llevar el teatro a públicos no familiarizados con los espectáculos de sala. Así lo recalcaba el director a pocos meses de formar el grupo: "El eje de nuestro trabajo es lo popular" ("Andrés Pérez: El eje del Gran Circo Teatro es hacer teatro popular", La Época, 6 de septiembre de 1989, p. 28).
De acuerdo a este espíritu, las obras que Andrés Pérez llevó
al escenario junto a su compañía, presentan denominadores comunes en lo
temático: hablan de mundos marginales, de pobreza y prostitución, territorios
endurecidos que, paradojalmente, son cruzados por la profunda humanidad de sus
personajes. En esa humanidad destaca lo ingenuo de los personajes, sean
borrachos, marinos, mendigos, obreros, policías, hombres o mujeres, gente vieja
o joven. Todos son protagonistas de crónicas de la vida diaria. Una mayoría con
procedencia social a medio camino entre lo urbano y lo campesino.
No obstante, la celebridad alcanzada con las giras
internacionales y el reconocimiento que le valieron las versiones de: Noche de
reyes, Ricardo II y Popol Vuh, la compañía anunció su disolución en 1992 a
causa de problemas económicos. El proceso de separación se postergó por varios
meses, hasta que Pérez se estableció en Europa y algunos de los miembros
originales del colectivo continuaron con las últimas funciones de Popol Vuh.
El director regresó a fines de 1994 para dirigir El Desquite, de Roberto Parra, con ex miembros del grupo.
Desde entonces alternó entre proyectos independientes -incluso
óperas- y montajes junto a la renovada compañía Gran Circo Teatro, integrada
por actores egresados de distintas escuelas, junto a algunos miembros de la
primera etapa, como Rosa Ramírez.
El espíritu originario se recuperó en torno a la puesta en
escena de Nemesio Pelao, ¿qué es lo que te ha pasao?, de Cristián Soto, en
1999. La obra marcó la celebración de los diez años del grupo y completó lo que
entonces Pérez denominó la tetralogía de la identidad chilena, constituida
además por La Negra Ester, Epoca 70: Allende y La consagración de la pobreza.
El director continuó trabajado con los nuevos integrantes en sucesivos remontajes de La Negra Ester y de otros espectáculos, como la versión callejera de El principito. Sin embargo, seis meses antes de morir organizó una fiesta para saldar las deudas de la compañía y se mostraba cauto frente al futuro. "Estamos en una época en la cual queremos pensar acerca de lo que ha sido nuestro trabajo", admitía mientras anunciaba un receso. "La verdad que este descanso puede ser para siempre" ("Era inevitable el fin de la compañía", La Nación, 11 de marzo, 1994, p. 33).
Los miembros originales del grupo se reunieron en escena por
última vez a fines de 2001 para remontar La Negra Ester en el cerro Santa
Lucía, con fines de beneficencia para el propio Andrés Pérez.
"Un Circo Diferente":
Corresponde a una de las actuales obras que la Compañía Gran Circo Teatro presenta. En ella integra el formato y los números del circo tradicional a una trama teatral apta para toda la familia.
“Es un espectáculo que responde a crear espacios de
entretención familiar donde los padres y niños disfrutan de la belleza, de la
magia, de manera inteligente, es lo que denominan “a pasarlo bien en familia”
“UN CIRCO DIFERENTE”, tiene el concepto del circo popular
donde los afectos son fundamentales. Es en este ambiente de cuidado y afecto
que se suceden las rutinas de trapecio, tela, bailes y se desarrollan las
peripecias del dueño del circo don Cloro y su joven aprendiz Josesito, hilo
conductor del espectáculo con sus tonteras, sueños y vivencias. Este universo
de personajes invita al espectador a viajar por el mundo delirante y fantasioso
del circo. Como corolario está la aparición de una niña y su relación onírica,
mágica, cariñosa hacia su amigo oso. Es este hecho de respeto y complicidad
entre una persona y un animal lo que el nombre a este espectáculo; de mucha
participación y juego para con los niños.” (
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